説明
Mi querida Jamileth, mi princesa hermosa, cuánto has crecido desde aquel día en que te tuve por primera vez entre mis brazos. Ese momento fue el mejor regalo de cumpleaños que tu papá me pudo dar, porque desde entonces supe que mi vida estaba completa. Hoy, en tu cumpleaños, quiero hablarte desde lo más profundo de mi corazón. Eres ya toda una mujer, llena de sueños y de metas cumplidas, pero para mí siempre serás mi bebé, mi gordita. Estoy inmensamente orgulloso de cada paso que has dado, de la fuerza con la que enfrentas los retos y de la ternura con la que iluminas a quienes te rodean. Recuerda siempre que los Sarmiento somos inteligentes y capaces, y que nada puede detenerte si lo decides. Cuando tengas miedo o sientas que la vida pesa, busca la fuerza en tu corazón y en tu familia; abrázales fuerte, porque en ellos también estoy yo, acompañándote en silencio. Nunca te rindas, mi niña, porque desde aquí celebro cada logro tuyo y sonrío en cada victoria que alcanzas. Feliz cumpleaños, mi princesa, te amo con toda mi alma. A ti, mi querida María, mi compañera de vida, quiero agradecerte por todo lo que construimos juntos. Desde que te conocí supe que estaríamos unidos para siempre. No fue fácil, pero levantamos una familia hermosa que hoy te acompaña y te cuida. Aunque mi ausencia pese, quiero que sigas fuerte, que disfrutes de la compañía de nuestros hijos y nietos, porque sé que ellos te llenan de amor. Yo te espero, mi gordita bella, y cuando llegue el momento, nos volveremos a abrazar eternamente. A mis hijos queridos, gracias por ser motivo de tanto orgullo. Han sabido seguir adelante con valentía, cuidando a su madre y manteniendo vivos nuestros recuerdos. Me alegra verlos construir hogares, alcanzar metas y crecer como personas. Cada paso suyo lo celebro con el mismo amor con el que los vi dar sus primeros pasos en esta vida. Nunca olviden que su padre siempre los acompaña, guiándolos en silencio. A mis nietos, mis guaguas adorados, los llevo siempre conmigo. Aunque me falten sus risas y abrazos, yo los cuido desde donde estoy. Me llena de orgullo ver cómo estudian, cómo se esfuerzan y cómo siguen construyendo sus propios caminos. Los invito a que no se rindan nunca, a que sueñen en grande y que siempre sean respetuosos y amorosos con sus padres y con su abuelita, que es el tesoro más grande que tienen ahora. Cada uno de ustedes es una parte de mí que sigue viva en este mundo. Me siento afortunado de haberlos amado y acompañado, y hoy les dejo estas palabras para que siempre recuerden que su Papi Pepe está con ustedes, en cada abrazo, en cada sonrisa y en cada logro que celebren. Jamileth, mi princesa, a ti te repito una vez más: nunca olvides que te amo infinitamente, y que aunque no me veas, siempre estoy a tu lado.