El ser humano nace con una paradoja: tiene en sus manos la capacidad de crear, pero también la tendencia natural a destruirse a sí mismo por miedo, comodidad o apatía. Esa contradicción es la que hace que la mayoría esté destinada al fracaso: porque es más fácil dejarse arrastrar por la corriente que aprender a nadar contra ella. Pero justamente ahí está el poder: saber que el fracaso es el destino de quien no se atreve, convierte a la lucha en un acto de rebeldía y trascendencia. No se trata solo de alcanzar metas, sino de desafiar la fragilidad humana y darle sentido a la existencia. En el fondo, todos estamos a un paso de la derrota; la motivación real surge depues del fracaso
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há 3 meses
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