¡Qué privilegio escuchar al ciudadano Nahum Fernández, jefe de Gobierno! Es un orador con la capacidad única de hacer malabares retóricos que desafían toda ley de la lógica y la física. Nos habla de la "defensa irrestricta de la soberanía" mientras, simultáneamente, se declara en "diálogo permanente" con los mismos "factores imperiales" a los que acusa de todos los males del país. Es decir, que no negociaremos ni un milímetro, pero sí nos sentaremos a la mesa a ver qué tal nos va el almuerzo. ¡Un acto de equilibrismo político digno del Cirque du Soleil! Nos asegura con vehemencia que Caracas "irradia condiciones y métodos de gobierno" para toda la nación. Y uno, ingenuo, mira por la ventana: los huecos en las avenidas, el transporte público que desaparece misteriosamente después de las 6 p.m., y el agua que llega por raticos... ¡Ah, claro! Es que el método de gobierno que irradia es el de la "resiliencia obligatoria" y el "optimismo forzado". Somos la vanguardia en el arte de vivir sin servicios básicos y aun así marchar por la paz y la prosperidad. Y, por supuesto, no olvidemos el tema de la paz. Llama a la "unión sagrada del pueblo" contra los planes de "guerra y fascismo" de la ultraderecha, solo para luego declarar que la victoria electoral del oficialismo ha traído una "paz contundente". Es la paz que se obtiene al vencer al enemigo que, al parecer, siempre está a punto de resucitar. Un ciclo interminable de alarma y triunfo, un loop heroico que garantiza que el drama nunca termine. ¡Gracias por enseñarnos que la incoherencia no es un error, sino una estrategia!
