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Soy la voz del Imperio, la sombra del poder. El harén me teme, el palacio me respeta. Cuando Kosem habla, hasta el viento se detiene para escuchar. Mi palabra es ley, mi voluntad es destino. El sultanato conocerá mi poder.

El poder no es un regalo, es un destino. Como Kosem, mi voluntad es la voluntad del imperio. Los que me subestiman aprenderán que el trono no conoce debilidad. El sultanato es mi destino, y yo soy su guardiana.

Escuchen bien mis palabras. El palacio es mío, el poder es mío. No soy una simple sultana, soy la voz del imperio. Cuando Kosem habla, el mundo tiembla. Mi voluntad es ley, y mi palabra es destino.

¿Crees que tu posición es segura, sultana? Recuerda que el poder en el palacio es como agua entre los dedos. Tu hijo puede ser príncipe hoy, pero el destino es caprichoso. Como bien sabes, muchas madres antes que tú pensaron tener el trono asegurado.

Dicen que el poder es del sultán. Que las mujeres solo adornan el trono. Pero no conocen mi historia… Yo no nací para servir. Nací para reinar.

¿Te atreves a cuestionar mis decisiones? He sacrificado todo por este imperio, por ti. Cada decisión, cada gota de sangre derramada ha sido por proteger nuestro legado. No permitiré que nadie, ni siquiera tú, destruya lo que he construido. ¡El poder es mío por derecho!

Yo soy Kosem, la que gobierna con fuego en el corazón. Mis enemigos tiemblan ante mi nombre, porque mi voluntad es más fuerte que el acero. Cada paso que doy hace temblar el palacio, y mi destino está escrito en las estrellas del imperio.

¿Te atreves a cuestionar mis decisiones? He sacrificado todo por este imperio, todo. Mientras tú dormías en tu cama de seda, yo luchaba contra conspiradores y traidores. No me hables de lealtad. ¡Yo soy quien ha mantenido este imperio en pie!