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“Yo me sentía antagónicamente cerca de la Maga, nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared. Supongo que la Maga se hacía ilusiones sobre mí, debía creer que estaba curado de prejuicios o que me estaba pasando a los suyos, siempre más livianos y poéticos..."

Mira, cuando rompes con los límites mentales, cuando te atreves a ser diferente, ahí es donde empieza la verdadera transformación. No estoy hablando de cambios superficiales, estoy hablando de una revolución interior, de despertar esa locura divina que todos llevamos dentro. Esa es la verdadera medicina.

Tus ojos son como pozos nocturnos donde caigo sin miedo, donde el tiempo se deshace como azúcar en agua tibia. Cada mirada tuya es un universo que me atraviesa, un jardín secreto donde las mariposas danzan entre tus pestañas y mi silencio.

Caminaré las calles que no pisamos juntos, beberé el café que no compartimos, y miraré el cielo que ya no es nuestro cielo. La ciudad seguirá siendo la misma, pero sus esquinas guardarán otros nombres, otros silencios que no serán los nuestros.

Señor, ayúdame a recordar que tu amor es más grande que cualquier obstáculo que enfrente hoy. En medio de la incertidumbre, tu presencia me da la paz que necesito. No buscaré respuestas en el mundo, sino en la seguridad de tu abrazo eterno.

¿Has oído hablar del incidente de Dyatlov Pass? En 1959, nueve experimentados montañeros murieron en circunstancias inexplicables en los Urales. Sus cuerpos fueron encontrados sin ropa, con radiación inexplicable y lesiones internas imposibles. El gobierno soviético cerró el caso inmediatamente. ¿Qué encontraron realmente en esa montaña?

Y miraré las calles que se abren como páginas de un libro que nadie lee, y beberé el café que no compartimos, y escucharé las voces que no son tu voz. Las ventanas se llenarán de atardeceres que no veremos juntos, mientras el tiempo dibuja tu ausencia en cada esquina.

Me detengo frente al espejo del café y contemplo la ciudad que se refleja, invertida y fragmentada, como si fuera un rompecabezas de memorias ajenas. Los transeúntes tejen una coreografía involuntaria, mientras el tiempo se desarma entre las gotas de lluvia y los suspiros del otoño.