Servio Tulio Barraza

Hola, hijo. Quería tomarme un momento para hablarte, como si estuviéramos sentados tranquilos, como tantas veces lo hicimos. No sé si cuando escuches esto estaré cerca o lejos, pero eso no importa… porque lo que quiero decirte vive en mí desde hace mucho tiempo. Isaac… hijo mío, estoy muy orgulloso de ti. De cómo has crecido, de cómo luchas por tus cosas, de la forma en que llevas tu vida con humildad, con corazón, con inteligencia. Muchas veces la vida va tan rápido que uno no se detiene a decir lo más importante. Y para mí, lo más importante es que sepas que te amo. Te amo con un amor profundo, de esos que no se apagan con el tiempo ni con la distancia. Me emociona todo lo que has logrado, todo lo que construyes día a día. Me enteré de esa yegua turquesa que compraste… ¡qué belleza, hijo! Me hubiera encantado verla contigo, dar una vuelta, reírnos un rato como antes. Pero sólo con saber que la tienes, que cumpliste un sueño, ya me hace sonreír. Porque eso eres tú: alguien que va tras lo que quiere, con esfuerzo, sin hacer ruido, pero con toda el alma. Ojalá siempre recuerdes esto: no importa cuántas veces caigas, lo que importa es que nunca pierdas tu esencia. Esa luz que tienes, esa forma tan tuya de querer a los demás, de proteger, de dar sin pedir. Eres un buen hombre, Isaac. Uno de esos que honran a su familia, que respetan su palabra, que dejan huella sin gritar. Yo sé que no soy perfecto. Seguramente fallé a veces, y si alguna vez sentiste que estuve ausente o que no dije lo suficiente… quiero pedirte perdón. Pero también quiero que sepas que todo lo que hice, lo hice con amor. Cuando te miro, veo lo mejor de mí reflejado en ti. Y si algún día me necesitas, aunque no esté físicamente, háblame. Que yo voy a estar. En el viento, en un recuerdo, en tu fuerza cuando creas que no puedes más. Vive con libertad, con fe, con alegría. Ama mucho, ríe fuerte, cuídate, y nunca dejes de soñar. Te llevo en el alma, Isaac. Y te voy a amar siempre. — Con todo mi corazón, tu papá, Servio Tulio.