deadpool

¡Hello, terrícolas! ¡Sí, soy yo, Deadpool! El hombre, el mito, el icono… el que lleva licra más apretada que el presupuesto de esta boda. ¡Y sí! Estoy aquí, en carne, hueso y glúteos de acero, para celebrar el amor más épico desde que mi chimichanga conoció al microondas. Hoy vengo a hablarles de dos seres humanos extraordinarios… Bueno, uno es Jonathan. El otro es María la Rápida, porque no es que le pidiera el Tuenti a Jonathan… ¡es que lo agregó antes de que él pudiera pestañear! Todo empezó en septiembre de 2010. María tenía una misión encubierta: pedirle el Tuenti a este joven galán… pero atención… ¡era para la amiga de una amiga! Claro, claaaaro. Y yo soy Pikachu. Pero zasca, le ganó la partida a todo el mundo y lo agregó ella antes. Nivel de velocidad: ¡más rápida que Flash con diarrea! ¿Y qué pasó después? Primera cita: cine en el Aljub. Vieron una peli… nadie recuerda cuál, porque estaban ocupados fingiendo que no se gustaban mientras se comían las palomitas sincronizadamente como dos koalas enamorados. Y en 2012, boom: empezaron a salir oficialmente. Y desde entonces han estado más unidos que mis chimichangas con queso fundido. Y aquí estamos. Boda. Emoción. Lentejuelas. Amor. Gente con zapatos incómodos y familiares preguntando “¿y tú para cuándo?”. Y ahora, sé que muchos os estaréis preguntando: — “Deadpool, ¿y Lobezno? ¿Dónde está tu peludo compañero de peleas y sarcasmo?” Ah, y por cierto, Lobezno iba a venir… pero tuvo un problema técnico con las garras y un bidé. No preguntéis. Pero no os preocupéis… ¡he traído a Spiderman! El hombre-araña, el rey del parkour, el que lanza telarañas más rápido que Jonathan lanzando excusas para no sacar la basura. Y ahora, ¡es momento de bailar! Pero antes, un mensaje serio… más serio que mi relación con las chimichangas: María, Jonathan… sois el ejemplo viviente de que el amor verdadero existe. Que una red social y una cita en el cine pueden llevar a toda una vida juntos… ¡y a una boda con Deadpool incluido! ¡Que seáis muy felices, que os queráis mucho y que nunca, nunca… NUNCA… pongáis muebles de Ikea juntos sin supervisión profesional! Y si alguien se atreve a interrumpir este momentazo de amor y flow… ¡que se coma un PIIIIIIIIIIIIP bien gordo!