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Durante mi paso por la secundaria, descubrí mi verdadera pasión por el arte visual. Participé en varios concursos de pintura, representando a mi escuela con orgullo. Esta etapa me enseñó que el arte no solo es expresión, sino también una forma de conectar con otros.
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Autobiografía Artística
Mi nombre es Maximiliano Mendoza Ortiz, y esta es mi historia artística, contada desde las distintas etapas escolares que he vivido y que han marcado profundamente quién soy.
En preescolar no asistí hasta el tercer año, pero en ese último año formé parte de la escolta. Hice muchas manualidades, aprendí inglés y participé en dos bailables: uno por el Día de las Madres y otro en Navidad. Fue una etapa breve, pero significativa.
En la primaria asistí a la escuela Bilder School durante el ciclo escolar 2017. Ahí viví el temblor que marcó a muchos, y aprendí que, a pesar de mi corta edad, debía proteger a los más pequeños. Así fue como cuidé a dos niños de maternal mientras esperábamos a nuestras mamás. Fue en ese momento cuando comprendí la importancia de ser sereno. En esa escuela nació en mí el deseo de tocar el piano y la batería. Me enseñaron alemán y, sobre todo, el arte de amar, querer y valorar. Fue también mi primer acercamiento al cristianismo. La escuela tenía un sistema bilingüe (trilingüe para los mayores), y a mí solo me daban una clase de español. En ella canté tres versos en la banda de inglés y en la del “Poder del Amor”.
Sin embargo, por cuestiones económicas, solo cursé primero de primaria en Bilder School. Después me cambiaron a otra escuela privada, pero más accesible. En segundo grado entré al taller de lectura, y ahí nació mi amor por los libros. Me dieron uno difícil para mi edad: El diario de Ana Frank, pero lo entendí con facilidad. A mitad del año, una enfermedad me llevó al hospital, y estuve fuera del estudio hasta cuarto grado. Desafortunadamente, regresé en plena pandemia. En ese periodo, además, mis padres se divorciaron. No lo menciono para generar lástima, sino porque fue durante ese tiempo que nació mi pasión por el dibujo.
Desde niño había jugado videojuegos. Empecé con la PS3, con juegos como GTA San Andreas, LittleBigPlanet (Sackboy) y Mortal Kombat 9. También jugaba Minecraft con mis hermanos en el Xbox 360 de mi hermano mayor, Eder. Mis hermanas mayores, Regina y Renata, también fueron parte importante de esa etapa. Quiero darles su lugar aquí, ya que son una parte esencial de mi infancia.
Mi primer dibujo fue de Gokú, inspirado en el videojuego Dragon Ball Budokai Tenkaichi 3. Desde entonces, no paré de dibujar anime hasta sexto de primaria.
No todo fue negativo: mi mamá conoció a mi padrastro, una de las personas más importantes en mi vida. Tras varios trámites, mis hermanos se quedaron con mi papá y yo me fui con mi mamá a Chalco. Allí llegaron también mis dos perritos: Docky y Mike (alias Miguelito), quienes se vinieron conmigo y se volvieron parte de mi vida.
En quinto de primaria conocí a Angie, una niña nueva que llegó dos semanas después que todos. Al conocerla, nos hicimos mejores amigos. La incluyo aquí porque fue ella quien inspiró mi idea de vender dibujos. Le regalé uno de su anime favorito, y desde ahí dibujar se convirtió en una forma de liberarme. Desde segundo de primaria he tenido tres psicólogos y un psiquiatra, pero ninguno me ayudó tanto como lo hizo el dibujo, especialmente cuando lo acompañaba con música. En ese momento, mis bandas y cantantes favoritos eran Guns N’ Roses, Gorillaz, Bon Jovi, Metallica y Black Sabbath. También, gracias a mis amigos y experiencias previas, conocí artistas como Kanye West, Tyler the Creator, Ty Dolla $ign y Kendrick Lamar, que ampliaron mi gusto musical.
En sexto grado, una chica (mi ex) me introdujo a las manualidades, detalles y cartas, haciendo de ese año una etapa muy especial. Realicé mi obra más grande hasta entonces: un graffiti que me tomó 72 horas y varios intentos. Con la ayuda de mi padrastro logré terminarlo en solo tres días, escribiendo su nombre.
Además, en clase, actué como maestro durante una hora, explicando con detalle varios hechos históricos. Fue una experiencia única.
Al llegar a secundaria, me uní a los clubs de artes marciales mixtas (MMA), en el que estuve tres meses dentro y luego tres fuera. Debido a una cirugía que me realizaron, no pude practicar muchos deportes. Desde los seis años había tomado natación, pero al mudarme solo la practiqué en la playa o en las albercas de mis abuelos. La natación y el básquetbol eran mis únicas opciones deportivas. Sin embargo, por mi carácter aferrado y la falta de entendimiento de mi condición médica, me metí a MMA, y luego también al boxeo fuera de la escuela.
Cuando me retiré de MMA, descubrí algo maravilloso: la actuación. Fue un nuevo giro en mi desarrollo personal y creativo. Actué como Luis Miguel en una obra de teatro junto con mis amigas Misa Migas, Valeria y Angie. Durante tres meses, nos sacaban de clases las siete horas del día para ensayar. La obra trataba sobre ángeles contra demonios, y fue muy especial. En los ratos libres, mis amigas y yo salíamos por café… aunque ellas nunca se terminaban el suyo porque yo, junto con mis amigos Carbajal y Sebastián, nos lo tomábamos todo.
Al terminar este club, en la clase de artes, bailé junto con mis compañeros el baile regional de Morelos: Los Chinelos. Fue tan bien recibido que nos invitaron a otra sede para presentarlo a nivel zona. También bailé Chinelos este ciclo escolar, reforzando mi amor por nuestras tradiciones.
En este año escolar, estuve en los clubs de Manualidades y Artes, donde lo pasé increíble junto a mis amigos y mi novia. Ella ha sido mi mayor inspiración artística. A ella le he dedicado cartas, dibujos, manualidades y más. Gracias a ella he aprendido muchas cosas. Fue mi primera verdadera integración al arte del amor: el arte de amar y sentirse amado, de la reciprocidad, de ese amor adolescente que, aunque puede terminar, nunca dejará en mí un mal sabor de boca. Cada cosa que he hecho a su lado me ha formado como persona. Me ha ayudado a ver mis errores, a no caer del todo, pero tampoco a depender. Me ha dado fuerzas para vivir, para ser y para sentir.
Finalicé este ciclo con mi mejor graffiti hasta ahora. No porque me haya costado mucho, sino porque me hizo feliz hacerlo. Lo pinté el mismo día en el que me reconcilié con mi mejor amiga, después de haberme distanciado de ella durante un año por un desacuerdo de ideas conmigo mismo.
Y si hablamos del arte de la moda, debo decir que he evolucionado mucho. Actualmente visto estilo baggy y no me importa lo que otros digan de mí. Solo quiero ser feliz con mi forma de vestir, porque también el vestirse es una forma de expresarse.
No quiero olvidar algo importante: mi gusto por ciertos mangas se lo debo a mi mejor amigo, Diego. Aunque solo veo anime shōnen, en cuanto a mangas me inclino por el género seinen, dirigido a un público con una percepción del mundo más amplia. No tengo una gran colección, pero sí varios títulos que aprecio mucho. Actualmente, estoy leyendo Dorohedoro.
Así que, maestra, espero haber cumplido con sus expectativas.
Soy Maximiliano Mendoza Ortiz, y esta es mi autobiografía artística.
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