Emanuel

Madre mía, faro en la noche oscura, guía en el mar de la vida incierta, tu amor, un bálsamo que cura, un sol que aleja la sombra muerta. Tus manos, cálidas, fuertes y suaves, mecen mi alma, la acunan con dulzor, en tu mirada, un cielo de claves, que desentrañan el mágico amor. Recuerdo tus cuentos, al caer la tarde, historias de hadas, de reyes y duendes, cada palabra, una estrella que arde, iluminando mis sueños profundos. Tu voz, melodía que calma y consuela, un canto de paz en momentos de afán, tu abrazo, un refugio, una tierna huella, que en mi memoria perdurará inmortal. A través de los años, tu amor constante, me ha guiado en el laberinto del existir, tu apoyo incondicional, una luz distante, que me impulsa a seguir, a creer y persistir. En cada triunfo, tu sonrisa radiante, en cada fracaso, tu mano segura, tu fe inquebrantable, siempre constante, un faro que brillará para siempre pura. Gracias, madre mía, por tu entrega sin fin, por tu sacrificio, tu amor y tu paz, tu ejemplo de vida, un tesoro inmensurable, que atesoraré siempre, con inmenso valor. Mas allá del tiempo, más allá del espacio, mi cariño por ti, crecerá sin cesar, eres mi inspiración, mi fuerza, mi abrazo, madre, te amo, por siempre jamás.