描述
Para vos, mi Chino: ¿Sabés una cosa? Aunque ahora te cueste entender por qué la vida me llevó, quiero que te quedes con todo lo que fuimos. Con lo lindo, lo simple, lo nuestro. Vos decís que te enojabas por pavadas, que a veces te ganaba el carácter… Pero yo también tenía mi carácter, ¿te acordás? Nos retábamos, sí. Nos tirábamos alguna que otra frase cortante. Pero al rato, ya estábamos como siempre. Porque sabíamos que eso era parte del combo, parte del amor que nos tuvimos siempre. Y muchas veces, hasta nos terminábamos riendo después. Así éramos, y así nos amábamos. Nos uníamos más en los momentos difíciles. Cuando la vida se ponía dura, no huíamos. Nos mirábamos, y nos bancábamos. Uno al otro. Siempre. Voy a extrañar nuestras meriendas, Chino. Ese mate cocido calentito que tomábamos juntos, con el pan, con lo que hubiera. Era nuestro ritual sagrado. Y esas manos tuyas frotándome la espalda… ¡Cómo me gustaba eso! Y cuando vos me decías “rascame un poquito la espalda", ahí estaba yo, tu negra, haciéndote caso aunque protestara. Todo eso era amor. Más que las palabras. Estaba en los gestos, en el día a día, en ese saber que, pase lo que pase, nos teníamos el uno al otro. No te castigues por lo que no pudimos volver a empezar. Porque en realidad, Chino, cada día que compartimos fue una nueva oportunidad. Y aunque la muerte me llevó, no se llevó lo que fuimos. Eso sigue vivo. En vos. En mí. En los recuerdos. Yo me fui amándote. Y me sigo quedando en vos, cerquita, en cada sorbo de cocido, en cada vez que te frotes la espalda y te acuerdes de mí. Te amo, Chino. Gracias por ser mi casa, mi compañero, mi amor de toda la vida. Para siempre, Tu negra.